lunes, 23 de agosto de 2010

Zora (ilustración Xoana y texto de Ítalo Calvino)


LAS CIUDADES
Y LA MEMORIA.
Más allá de seis
ríos y tres
cadenas de
montañas surge
Zora, ciudad
que quien la ha
visto una vez
no puede
olvidarla más.
Pero no
porque deje,
como otras
ciudades
memorables,
una imagen
fuera de lo
común en los
recuerdos.
Zora tiene la propiedad de permanecer en la memoria punto por
punto, en la sucesión de sus calles, y de las casas a lo largo de
las calles, y de las puertas y de las ventanas en las casas, aunque
sin mostrar en ellas hermosuras o rarezas particulares.
Su secreto es la forma en que la vista se desliza por figuras que
se suceden como en una partitura musical donde no se puede
cambiar o desplazar ninguna nota. El hombre que sabe de
memoria cómo es Zora, en la noche, cuando no puede dormir
imagina que camina por sus calles y recuerda el orden en que se
suceden el reloj de cobre, el toldo a rayas del peluquero,
la fuente de los nueve surtidores, la torre de vidrio del astrónomo,
el puesto del vendedor de sandías, el café de la esquina,
el atajo que va al puerto.
Esta ciudad que no se borra de la mente es como una armazón
o una retícula en cuyas casillas cada uno puede disponer las
cosas que quiere recordar: nombres de varones ilustres,
virtudes, números, clasificaciones vegetales y minerales, fechas
de batallas, constelaciones, partes del discurso.
Entre cada noción y cada puntodel itinerario podrá establecer
un nexo de afinidad o de contraste que sirva de
llamada instantánea a la memoria. De modo que los hombres
más sabios del mundo son aquellos que conocen
Zora de memoria. Pero inútilmente he partido de viaje para
visitar la ciudad: obligada a permanecer inmóvil e igual a sí
misma para ser recordada mejor, Zora languideció,
se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado.

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